miércoles, 13 de febrero de 2008

La opinión de Musacchio sobre el Aguascalientes 2008

Y sigue la mata dando sobre el asunto este del Aguascalientes desierto... Ahora pasamos revista a la columna "La república de las letras", de Humberto Musacchio, que publicó antier el periódico "Sur", de Acapulco, Gro. Sólo retomamos la parte de su columna que se refiere al Aguascalientes 2008. Observen que Musacchio se equivoca al adjudicar a Eduardo Hurtado las frases que entrecomilla; esas frases provienen, en realidad, de la carta firmada por Felipe Vázquez y otros escritores y que ha ido apareciendo en distintos periódicos (La Jornada de ayer, por ejemplo).

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Debate por el Premio Aguascalientes

Circula desde el lunes pasado en Internet una carta de Eduardo Hurtado en la que protesta contra la decisión de declarar desierto el Premio Aguascalientes de Poesía 2008, lo que ocurrió por decisión del jurado que integraron José Luis Rivas, Jorge Esquinca y José Javier Villarreal. En el texto se recuerda que en años recientes “resultaron premiados libros de una cuestionada “calidad” e incluso “hubo evidente favoritismo por parte de algunos de los jurados”, por lo que ahora, los tres citados, para no equivocarse, prefirieron no otorgar el premio, lo que rechaza Hurtado porque “no encontrar ni un solo manuscrito ‘de excelencia’, entre los 207 que participaron, hace dudar hasta al más ingenuo de los espectadores de este circo. Lo que los miembros del jurado dictaminaron fue la inexistencia de calidad de la poesía que se escribe actualmente en México y ello es no sólo una evidente muestra de menosprecio al trabajo de sus colegas (que eso son), sino de su obediencia a una política corta de miras, regañona y mezquina que deja mal parados a los organizadores de este premio”. Hurtado tacha de “gesto demagógico” y caravana con sombrero ajeno la decisión de entregar el monto del premio a Gerardo Deniz y concluye: “Hay que opinar cuando creemos que es válido hacerlo. Éste es el caso”.

De la protesta a la graciosa huida

Protestar por la asignación de un premio no tiene nada de particular e incluso resulta sano que se ventilen los fallos, aun cuando en este caso los jurados son personajes muy calificados en el género poético. Eduardo Hurtado en su carta señala que la negativa a distinguir alguno de los trabajos y la decisión de entregar el monto del premio a Gerardo Deniz era algo, “por todas sus implicaciones, digno de reflexión”, de ahí que convocara a discutir el asunto y a no dejarlo pasar “como si nada hubiera sucedido” e incluso pedía reenviar su texto a otros amigos y conocidos, lo que se ha hecho profusamente. Sin embargo, Hurtado debió recibir respuestas fuertes, pues al día siguiente (el martes) dijo que su opinión en torno al “caso Gerardo Deniz” había sido objeto de una “lectura equivocada”, pues no objetaba que se reconociera a Deniz, sino “las formas”, pues entregarle el monto del premio al autor de Semifusas y Gatuperio quedaba no “como un homenaje, sino como un mero acto de generosidad o, peor aún, de beneficencia” a favor de ese poeta que “no la está pasando bien por razones económicas”. Por eso mismo, Hurtado comunicaba que él y Josu Landa, pese a que ya existe el Fonca, estaban “por la creación de un fondo permanente de apoyo a los artistas mexicanos”. De esa manera, Hurtado daba “por terminada una discusión”, pero era demasiado tarde. Para entonces ya circulaban por Internet otros documentos sobre el asunto y Pedro Serrano anunciaba que los incluiría en el próximo número del Periódico de Poesía.

Mejor premio desierto que poeta incierto

En una de las tantas respuestas y comentarios que suscitó la carta de Hurtado, Gastón Alejandro Martínez Saldierna dice que cuando ha sido jurado, ante la tentación de declarar sin ganador un certamen poético, se ha preguntado si no sería mejor dar el premio al menos malo de los trabajos, con la esperanza de que el autor sea un joven que de esa manera se sienta estimulado para escribir mejor poesía. Pero agrega que, bien pensadas las cosas, eso puede tener efectos contrarios, pues “posiblemente el joven poeta pensará que es muy bueno y en unos cuantos años más será el consabido ‘maestro’ de las letras provincianas, ajonjolí de todos los moles culturistas, coordinador plenipotenciario de talleres literarios y, por supuesto, ganador de quién sabe cuántos premios más”. Sí, y de juegos florales, flores naturales, artificiales y hasta virtuales. Por eso, concluye el autor de esta república, mejor premio desierto que poeta incierto. En fin, trataremos de seguir el debate que desató la multicitada carta de Eduardo Hurtado.

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Columna completa de Musacchio:

http://www.suracapulco.com.mx/opinion02.php?id_nota=2693

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Vacío en el Premio Aguascalientes, reflejo de política mezquina

Carta abierta suscrita por varios escritores que critican la determinación de haber declarado desierto el premio nacional de poesía Aguascalientes 2008. Tal cual la publicó el periódico "La Jornada".

http://www.jornada.unam.mx/2008/02/12/index.php?section=opinion&article=002a2cor

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El jurado del Premio Aguascalientes 2008, integrado por José Luis Rivas, Jorge Esquinca y José Javier Villarreal, decidió declarar desierto el galardón. Es del dominio público que en recientes emisiones pasadas no sólo resultaron premiados libros de una cuestionada calidad, sino que también hubo evidente favoritismo por parte de algunos jurados. Resulta obvio que este año –seguramente como reacción desesperada a ese creciente desprestigio que, por esas malas elecciones, comenzaba a pesar sobre el que fue durante varias décadas el premio de poesía más importante de México– la consigna era dejar claro que iba a primar a toda costa la calidad poética sobre cualquier otra valoración. Muy bien. Se entiende.

El problema es que la decisión del jurado deja ver los entretelones: esta vez, en aras de no equivocarse, prefirieron no tomar partido. El temor a la opinión pública pesó más, cancelando la elección objetiva de un ganador.

Aunque declarar desierto un premio es un derecho que asiste a los miembros de un jurado, y se comprende que así suceda cuando hay escasa participación o cuando, por ejemplo, se trata de distinciones para primeras obras, en el caso del Aguascalientes, también es vox populi que participan poetas –aunque se trate siempre de una minoría– cuya obra es digna de ser premiada, leída, difundida. Es importante señalar asimismo que el “panorama” suele variar poco de un año a otro, porque los mismos autores participan en repetidas ocasiones. En consecuencia, el nivel poético tampoco cambia tan drásticamente de un año a otro. ¿A quién pretenden engañar estos miembros del jurado?

No encontrar ni un solo manuscrito “de excelencia”, entre los 207 que participaron, hace dudar hasta al más ingenuo de los espectadores de este circo. Lo que los miembros del jurado dictaminaron fue la inexistencia de calidad de una buena porción de la poesía que se escribe actualmente en México, y ello es no sólo una evidente muestra de menosprecio al trabajo de sus colegas (que eso son), sino de su obediencia a una política corta de miras, regañona y mezquina que deja mal parados a los organizadores. Pareciera que el remedio que encontraron este año para paliar errores pasados resultó peor que la enfermedad del desacierto y el favoritismo.

Pero no todo dura para siempre. Habría que replantear, desde ya, la forma de juzgar y de premiar al otro sin arrebatos o sin falsas moralinas; cambiar esquemas anquilosados. Si el Premio Aguascalientes ha dejado de ser representativo del quehacer poético de este país, pues volteemos a otra parte. Ignoremos a quienes no se comportan –por temor, altanería u obediencia– a la altura de las circunstancias, pero sólo después de decirles lo que pensamos de ellos.

Ante un hecho que resulta cuestionable, se ha vuelto más común callar que manifestarse. Resulta más cómodo, más prudente, o más “digno” hacerlo así. El no me doy por enterado ha ido forjando, en buena medida, y para mal, parte de nuestra idiosincrasia. Manifestarse es, sin embargo, un derecho y una obligación. Hay que opinar cuando creemos que es válido hacerlo. Éste es el caso.

Claudia Hernández de Valle Arispe, Eduardo Mosches, José Ángel Leyva, Ludwig Zeller, Saúl Ibargoyen, Maricruz Patiño, Felipe Vázquez, Eve Gil, Juan Antonio Rosado, Elia García, Susana Wald, Cynthia Pech, Carlos López y Marilú Suárez Herrera

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